sábado, 10 de marzo de 2012

Monet y el impresionismo


Monet  estaba centrado en la representación del momento fugaz e irrepetible, en la existencia y no en la esencia, en la atmósfera, el aire y la luz. Todas las cosas que contemplamos no son inmutables, sino que nuestra percepción de las mismas cambia según las contemplemos de día o de noche; con luz natural o artificial; en días claros o nublados; al amanecer, al mediodía o por la tarde; un día primaveral o invernal; en días despejados o con calima, niebla, etc. Es por esto por lo que un buen viajero debe tomar contacto con una ciudad o un entorno en todas las condiciones atmosféricas y lumínicas posibles. 
A los impresionistas, y concretamente a Monet, les atrae mucho todo lo que está sujeto a cambios, por lo que pintan flores, nieve, agua, nubes, etc. Pero como un instante puede bastar para cambiarlo todo, el pintor debe darse prisa en su trabajo para captar lo instantáneo puesto que, un minuto después, la luz habrá cambiado al igual que las nubes, el agua o cualquier cosa de las representadas.
Se pinta al aire libre, única manera de aprehender todo lo indicado. Monet pinta tanto paisajes naturales como urbanos, escenas de ríos, estanques, lagos, catedrales, calles, su producción es enorme.
La contemplación de estas obras debe hacerse desde cierta distancia para apreciar toda la belleza que son capaces de desplegar, que es mucha. En estas obras podremos observar con detenimiento y atención las características del Impresionismo ya citadas y además de que Monet pinta sin contornos, no utiliza el color negro y que las pinceladas son de colores puros, sin mezcla.
Seremos nosotros, o más bien nuestro sentido de la vista, el que mezcle las pinceladas de color desde cierta distancia.
Dama en el jardín

Sobre un jardín con bellos parterres de flores y arbustos pasea un refinada señora vestida de blanco y protegiéndose del sol primaveral con una sombrilla. Bañada en luz, proyecta sombra sobre el césped puesto que los rayos solares le inciden oblicuamente. Esa misma luz solar resalta hojas y flores y deja en penumbra acusada las zonas a resguardo.

Impresión; sol naciente

Del título de este cuadro se generalizó la palabra impresionismo para todos estos pintores que en torno a 1870 tenían características comunes. En un paisaje gris perteneciente a un triste puerto comercial donde destaca con fuerza un sol anaranjado en el momento del amanecer. Grúas, barcos y chimeneas son monocromáticos porque este sol aún no ha iluminado los objetos y por eso parecen del mismo tono grisáceo. Pinceladas sueltas que no permiten apreciar nada a corta distancia pero que configuran la escena perfectamente a mayor distancia de observación.
La urraca

En un bellísimo paisaje invernal nevado, una urraca está posada en una valla de separación de fincas. Un primer plano refleja los árboles, la valla y la puerta, todo nevado. Una granja aparece detrás con sus chimeneas y un valle muy llano hace de fondo de la composición. La luz típica producida por la nieve ha sido magistralmente captada por Monet, tonos muy blanquecinos, sol muy bajo y rayos muy oblicuos rodean a la urraca que hace un alto en su vuelo para posarse sobre la desvencijada puerta de madera.

Parc Monceau

Un parque urbano de París también es objeto de la atención de Monet. Árboles, arbustos, flores y plantas son una isla de verdor dentro de la gran ciudad. Las casas las podemos ver al fondo a la izquierda mientras los brillantes tonos de la naturaleza despertando en primavera invaden el espacio. Prácticamente podemos respirar el aire que pinta y oler las flores del jardín.

Gemma Collell

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